Hoy en mi casa era lunes-domingo.
Esto quiere decir que no se trabaja y que hacemos como si fuera domingo pero sin rabas.
Nos hemos lanzado a la calle y hemos entrado en un bar de toda la vida, de la calle Ledesma, que nos ha llamado la atención por su reforma. El local tiene muy buena pinta e invita a entrar.
Una vez dentro la barra llena de pintxos coloridos te anima a quedarte y te evade un rato del mundo…
El encanto se rompe cuando una voz aguda nos grita desde el otro lado de la barra:
-¿vais a beber algo o qué?
Te entran ganas de contestar “no, hemos venido a verte” pero resuena en la cabeza la voz de tu madre “niña, así no se contesta!” y dices amablemente:
– Un crianza, por favor ¿qué tienes?
La señorita al otro lado de la barra pone los ojos en blanco y me da dos nombres a elegir. DOS. Mira, pues así no me complico la vida pensando cual quiero…
Pedimos unos pintxitos, le hincamos el diente… están normales.
A mitad de pintxo la señorita empieza una “conversación” a voz en grito con la cocinera.
– ¿Has hecho tu el Pil-pil hoy?
-No
-¡Ya decía yo! Qué pinta más mala tiene. No me como eso ni loca. Menudo color. Eso en mi pueblo ni es pil-pil ni es nada. Vaya pil-pil que ha hecho!
Yo a estas alturas ya quiero irme, pero tengo el vino a medias y al precio que se pagan los tintos en Bilbao la cosa no está para pirarse por un comentario de nada…
-¡Hola Perico!-saluda la ¿camarera? a un cliente- mira aquí me tienes como la tonta del pueblo. LA TONTA DEL PUEBLo parezco!! Tú te crees que puedo estar aquí marcando en el ordenador con el ratón?
-¿qué ha pasado?- pregunta Perico, que se pide un café, así que deduzco que trabaja al lado y habrá bajado a despejarse un rato de la oficina.
-Se ha estropeado la pantalla táctil y tengo que darle con el ratóoooonnnnnn. Y no hay derecho a estar en estas condiciones, porque en un bar como este no se merece que yo esté así… BLA BLA y BLA.
Y lo que yo creo es que un bar como ese no se merece un servicio así. O por lo menos no se merece esa banda sonora. Que hace que la próxima vez que vaya por Ledesma no vuelva a entrar.
PREGUNTA RETÓRICA: ¿basta con gastarnos un dineral en la reforma del local?
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